Del valor a la acción: intervención en espacios comunitarios.

La dificultad puede pensarse como un escenario donde se potencializan las inteligencias. Las inteligencias son participativas y relacionales, si alguien piensa que es más inteligente que otro se ha fijado en su condición individual y se otorgará a sí mismo algunas pretensiones que podrían desintegrar las acciones participativas y relacionales entre los otros, y además, en los excesos de dominio podría llevar a cabo la manipulación o la destrucción de su entorno. La forma de pensar del prójimo solo se conecta conmigo cuando lo recibo como mi semejante, como mi otro yo. Sin embargo, la realidad que vivimos está cargada de violencia y una inteligencia solitaria no es suficiente para resolver los conflictos humanos.


En las acciones comunitarias hay que pensar y realizar un valor que pueda ser compartido y dinamizado por la misma comunidad, es el punto de partida para elaborar un proyecto de intervención. 

Hay dificultades y hay potencialidades en el ejercicio de compartir un valor, a partir de las dificultades señalaré aquellas que comprometen al gestor cultural:

- El valor que se pretende compartir no es un valor que realmente haga parte de la forma de vida del gestor o la persona que lo promueve. 
- El valor no motiva a la comunidad a compartir porque el gestor no ha logrado transmitirlo de manera contundente. 
- El gestor no sabe transmitir las ideas a la comunidad, se comunica como un especialista en el tema y no como un agente de transformación.
- El gestor no tiene sensibilidad para interpretar las acciones y deseos de la comunidad en la que participa.
- El gestor no lleva a cabo una narrativa de sus procesos.


A partir de las dificultades, las potencialidades para el ejercicio que compromete al gestor pueden ser las siguientes: 

- El valor para compartir puede ser orientado por un miembro de la comunidad cuando el gestor identifica un miembro de la comunidad que sabe transmitir y comunicarse con la comunidad. 
- La comunidad puede elegir un valor diferente al que pretende el gestor.
- La comunidad debe tener la oportunidad de expresar su conformidad con el proceso y la valoración que tienen del gestor u orientador.

Es importante no exponer valores y actividades que limiten la integración de los miembros de una población, y de ninguna manera el gestor cultural debe imponer su visión del territorio sobre la comunidad que vive en él. 
Los valores no se sistematizan sino que se realizan en la experiencia de la vida, existen valores inmediatos a la comunidad que son realizables. Por lo tanto, es necesario haber logrado, previamente, espacios de expresión de valores y sensaciones a través de actividades artísticas comunitarias. Es decir, un valor para compartir con la comunidad no puede surgir de una indagación personal del gestor sino de la interacción artística y sensible con la comunidad, a partir de las distintas expresiones de los miembros se puede tener en cuenta la inmediatez de algunos valores que involucran a toda la comunidad y su forma de vivir en el territorio al cual pertenecen.

La investigación en gestión cultural no se aterriza por las búsquedas y herramientas intelectuales individuales. Los proyectos de intervención social solamente enfocan las problemáticas leídas desde afuera pero no se potencializan los valores que la comunidad considera realizables. Si en un territorio hay unas formas de vida es necesario, antes de llevarles proyectos de intervención social, reconocer sus expresiones y sus valores de fundamento comunitario. 

A partir de lo que llevo en mi narrativa sobre intervención en comunidad he logrado identificar un valor fundamental comunitario: COMPARTIR. 
Existen territorios que reciben proyectos de desarrollo económico y social para conducir a un porcentaje de la población a un nivel económico distinto pero este tipo de iniciativas no resuelven los problemas de diferenciación, discriminación y fragmentación social. Hay que apoyar el desarrollo con asociación e integración, superar los conflictos compartiendo los recursos naturales, culturales, humanos y artísticos. Así, los recursos públicos serían mejor llevados a la comunidad a través de estos apoyos de dimensión humana.

En síntesis, la labor de participación en comunidad es una gran responsabilidad y versa en esta expresión para orientarnos: antes de cambiar tu entorno tienes que sentirlo y comprenderlo.




Ricardo Barrios Tejeda / Reflexiones




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