Amor más allá de la razón.


Dios no es antiguo, es histórico, tal vez sea como la última llama que se encendió entre ilusiones y búsqueda de certeza. Hoy es amado más por nostalgia que por convicción, como aquella nostalgia europea por el imperio romano. Ahora vemos escombros y manipulación. Ni la certeza ni sus ilusiones nos dejaron una institución humana sino política. Lo antiguo, nuestras luces y sombras anteriores, nos abre camino de cercanía si vivimos entre pasiones espirituales y sensaciones alucinantes en natural. 
Una valoración del amor y las relaciones podría exponerse para este complejo textual. Creo que el amor a un dios debería llevarnos a otros amores o a ampliar nuestro sentir, pero si un ser divino o divina sólo exige amor para su figura única nos está prohibiendo otras posibilidades espirituales. ¿Por qué no amar a otro animal como se ama a un dios? Por qué en nuestros sueños nos seducen bestias que quieren participar de nuestra conciencia y acción. Ya es casi evidente, si el demonio es siempre imaginado como un animal entonces llevamos por dentro todo un lado distinto de la luz que nos ha escondido esa bestialidad por la pura disposición divina, no terrenal. Todo orden es celoso por eso el amor se realiza fuera de los márgenes y sufre en la regla y la moral. El amor no soporta a ningún orden imperial pero sí a la disciplina y el ritmo.


Notas, Ricardo Barrios Tejeda





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