¿Para qué sirve escribir? / Notas

Me tiento, no sé qué animal me murmura ahora, 
por dentro, por eso escribo.



Es inevitable para mí ver detrás de esta pregunta la resonancia de unas viejas palabras de Chuang-Tzu al dar respuesta a una desafiante opinión de Hui-Tzu: "Sólo los que conocen el valor de lo inútil pueden hablar de lo que es útil." Entiendo el motivo de la inutilidad para el caso de la escritura, en el sentido práctico no se pueden hacer muchas promesas para cualquier efecto que se tenga como objetivo. La labor se va encargando de aniquilar las expectativas, el fracaso se va convirtiendo en un tema obsesivo y contemporáneo (sin miedo), la experiencia con las palabras te va moviendo hacia los márgenes del mundo, el asombro te detiene a observar en otra velocidad los acontecimientos, te encuentras en sensaciones y la conciencia día a día va sopesando especulaciones. La desbordante tinta del error intensifica la disposición de tu espíritu hacia la apertura, te inicias siempre en la vivencia, te vas despertando en una pasión que te entrega intensamente al infinito asombro infantil.


¡Nunca vas a terminar de aprender a escribir, no hay meta, sigue mirando el mundo que no se detiene!

La escritura es un ejercicio espiritual, te relaciona con las especies, día a día la vida te va dando palabras para expresar la experiencia, tu estar en el instante. Así, la conciencia de la palabra exige, más que el rigor de la disciplina, la presencia continua de tus sentidos, la escucha constante, el no negarse a aprender a recibir las palabras, el hacerlas tacto y trazo profundo en tu silencio. 

La escritura no sirve para servir, no se satisface en las definiciones de academia y confort, hay que salir a la calle a poner un pie delante del miedo, dejar surgir la fuerza para habitar todas las esquinas sin geografía, arribar montañas, cruzar océanos, superar líneas y transversales, delirar con las deformes luces del cielo, acomodar el mundo en el cuerpo con cada dolor. 

Algunos se aferran a su desgarramiento ante los contrastes del espíritu del arte y las maneras en que el mundo se va definiendo en sus formas. Sin embargo, el drama del artista se revela en tanto como un estilo para expresar el espíritu de una existencia sensible al mundo. Estos rasgos se manifiestan como salto después del límite, como lanzarse contra la tela ancha y blanca del universo, explotando con la sangre de tinta en colores, haciendo el sentido de la vida y la expresión furiosa de nuestro tránsito. La palabra irá por el cuerpo y llevará cada pulso sin detenerse en los bordes de la piel, es pan de comunión, de encuentros. 

¿Para qué sirve escribir? Para nada, porque no hay respuesta ni medida alguna que descifre una naturaleza única del espíritu que se entrega a la palabra, solo sabemos que se bifurca incesante la meditación de cada ser sobre las extensas sombras de luz en el cielo, no hay respuesta conforme a la utilidad ni a la virtud, solo la pasión y su libre acción hacen entre papel y lápiz el jugo de la imaginación, la sed inacabable por la expresión. 

Sin embargo, para abolir la reflexión radical, atiéndase aquí que el sentido práctico es posterior al sentido espiritual, así, de manera concordante y asociativa, la sensibilidad es la raíz de todo espíritu y en ello la labor de las palabras nos hace caminos desde dentro.



Ricardo Barrios Tejeda, Notas. 




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Las palabras mayores vienen de bocas antiguas. Las palabras menores están en los libros.