La vagina: umbral de temblor y fuerza / Notas (5)

El Sol fertiliza el Vientre y estimula la vida para su acción primaria: moverse desde adentro hacia afuera por todas partes. La Luna estimula la conciencia, seduce a las aguas y se acerca a la tierra motivando las fuerzas espirituales de lo vivo para que se prepare la relación, el coito, la conjunción de cuerpos. Si la Luna no activa la conciencia es porque el cuerpo está desligado de la energía del universo, la Luna no seca los líquidos que nos abundan corporalmente, el Sol hace hervir las aguas para que la fertilización continúe con la lluvia, pero la Luna es previa a la fertilización del vientre, del cuerpo. Antes de ser penetrado, todo vientre se vincula al cosmos, se mueve la conciencia en el fervor espiritual, se mueven las aguas donde se gestará una cría o un fruto. Todo nacimiento es líquido. La luz no es el principio, el agua es el misterio vivo que sólo puede ser referenciado entre metáforas o visiones místicas: el principio no tiene nombre o explicación, el principio y el final es siempre, por siempre, ahora.


La Vagina, el umbral del temblor y la fuerza, se mueve nocturna con la vida de todo el cosmos, sus aguas están siempre dispuestas a la Luna. Una Mujer indiferente a la presencia de la Luna desconoce su propio cuerpo, la potencia de su propio territorio vivo. El cuerpo es tan físico como los astros y debe su fuerza a la conjugación de la conciencia con el universo. 

Cuando el Sol domina demasiado con su luz, penetrando con violencia hasta quemar el Vientre se altera el ritmo de la vida terrestre. El hombre que ha escrito la historia se ha fascinado con su propia erección sin saber conjugarse con la Vagina, porque la manipulación y dominación de la tierra le ha procurado controlar todo lo vivo que viene con la tierra, y controlar o disminuir a la Mujer es el registro más alto de su éxito, es el mayor logro de su violencia. 

La tierra solo tiene que estar viva, en sus líquidos y en su luz, suficientes para la fertilización. Es decir, la tierra debe estar libre, sin violencia, para que pueda dar frutos. El fracaso del hombre racional es el éxito de sus ideales y de sus artefactos. 

El hombre racional solo ve luz y erección, ignora líquidos, gestación y cultivo. El hombre racional no se bifurca sino que concentra sus propósitos en hacer de su condición humana una verticalidad pura, la exhibición constante de sus objetos artificiales pensando en el seno de una autoafirmación: el exceso de falo. 

El Vientre, la tierra donde se cultiva el fruto, donde emerge el alimento y la vida, no solo se transforma por la fuerza de la luz del Sol que la penetra, también necesita la noche, la alucinante presencia Lunar, para meditar sus líquidos biológicos indefinidos y móviles. La Vagina pulsa con todo el universo, desde su situación biológica, se concentran las potencias energéticas que hacen mover a la totalidad de lo viviente. 


Notas / Ricardo Barrios T.




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